Por: Marisol Velazco Gutiérrez, arquitecta especialista en conservación y restauración. Docente de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Católica San Pablo.
No se valora lo que no se conoce. Este es el caso de la capilla virreinal ubicada en el valle de Vítor, la cual está abandonada y en vías de desaparecer. No está catalogada ni declarada como patrimonio, sólo cuenta con la presunción de serlo. Lamentablemente, casos como este son más comunes de lo que pensamos en Perú, pues no todo nuestro vasto patrimonio está catalogado, estudiado o declarado, es decir, protegido.
En este caso, se ha buscado información y no se han ubicado fuentes históricas. No existen registros de propiedad en el Arzobispado, ni en el Ministerio de Cultura o en los planos de la municipalidad de Vítor, el área de la capilla se encuentra zonificada como otros usos. Es preciso indicar que, en 2013, es decir hace 10 años, se pasó aviso de esta situación a la Dirección Desconcentrada del Ministerio de Cultura en Arequipa.
Valores arquitectónicos
La capilla virreinal del valle de Vítor tiene características particulares de la arquitectura virreinal arequipeña. Tiene un área aproximada de 200 m2 construidos, la fábrica del inmueble cuenta con muros de sillar de cajón, el muro testero de sillar tiene tallado un altar con características particulares, el muro de la portada tiene rastros de tapial que puede ser una reintegración posterior. No se aprecia campanario, puede que haya desaparecido o que no existiera. Esto sólo lo podría determinar un estudio detallado.
La descripción del altar tallado en el muro testero es de dos cuerpos y tres calles definidas por cuatro pilastras circulares adosadas, con ornamentaciones florales. En la calle central tiene una hornacina hueca con una ménsula tallada. En la parte superior cuenta con una hornacina en forma de concha venera, con rastros de pintura mural de color verde. Al lado derecho, entrando en ese mismo muro testero, hay una puerta pequeña que da acceso a la parte posterior de la capilla y a la parte alta del muro testero.
Las paredes laterales están cubiertas con pintura mural, algo muy común en la arquitectura virreinal arequipeña. En el caso de esta capilla se ha conservado, pues no ha sufrido el raspado del sillar para dejarlo expuesto, donde se aprecia un diseño geométrico, cuenta con una cenefa pintada con dos líneas en color verde, que divide los colores del muro, amarillo claro con tres pilastras pintadas en verde claro, con el color blanco de la bóveda, de la cual sólo se conservan los tercios laterales.
El tercio central ha caído, lastimosamente, y las piezas de las claves han sido eliminadas, así como los sillares externos de los muros de cajón que continúan siendo vandalizados y usados para cercos de las nuevas construcciones. Los pisos eran aparentemente de tablones de madera, lo que muestra que eran unos acabados costosos para la época.
Todos estos detalles evidencian la importancia de la capilla virreinal del valle de Vítor, pues no son característicos de las capillas de los pueblos de la región. Es entonces, un ejemplo de la tecnología constructiva en sillar y muestra la estética de la época, aparentemente neoclásica. Está rodeada por un cementerio, que no sabemos si corresponde a la época o fue posterior.
Es necesario y urgente hacer un estudio histórico detallado y multidisciplinario de esta infraestructura histórica antes de perderla del todo. Pese a todos estos valores, no fue tomada en cuenta en los estudios de bodegas de pisco y vino que forman parte de la Ruta del Pisco, financiada con un buen presupuesto por el gobierno regional.
Al otro lado del río Vítor
Según el ingeniero Julio Velazco, ingeniero agrónomo especialista en suelos, no se han tomado en cuenta los sitios de valor patrimonial que forman parte de este paisaje cultural, al otro lado del río Vítor, en la margen izquierda. Se refiere al tramo de la ladera entre las quebradas de Mocoro y Gallinazos, donde aflora una veta de sillar blanco con canterías que demuestran su explotación y que, posiblemente, han servido en la construcción utilitaria y eclesiástica a lo largo del valle de Vítor.
Es importante aclarar que, en la época prehispánica hasta la época virreinal, esta cuenca del río era el camino de conexión desde Arequipa al puerto de Quilca. Por lo que se puede suponer la ubicación de edificios religiosos para la extirpación de idolatrías, algo común en nuestro patrimonio cultural.
Riesgos
La capilla está ubicada en la cuenca del valle de Vítor, en el abanico de una pequeña quebrada, en la cercanía de bodegas de piscos y vinos. Estaba en un área desértica, que en la actualidad está siendo urbanizada sin planificación.
La capilla de Vítor está desapareciendo. Es un bien inmueble en peligro. El desconocimiento de su valor patrimonial y el crecimiento desordenado ha llevado a las autoridades a regularizar el asentamiento de población y complementarlo con pistas, veredas y servicios básicos, destruyendo restos arqueológicos.
No es lo único, pues la capilla es sometida constantemente al vandalismo de pobladores del sector, que retiran las piezas de sillar de los muros, ocasionando más daño que los terremotos.
Es urgente prestarle atención a este bien inmueble de carácter religioso. Es una muestra del abandono de nuestro patrimonio por desconocimiento, a fin de que pueda servir para solicitar al Ministerio de Cultura que, en la modificatoria de la Ley de Patrimonio N° 28296, se incluya una normativa para el patrimonio cultural de la nación en peligro, tanto para el declarado como para el que está en presunción de serlo.
Este pedido permitirá cumplir con “identificar, proteger, conservar, revalorizar y transmitir a las generaciones futuras nuestro patrimonio”, como dice en el párrafo 7 de La Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de 1972. Esto mismo se detalla en otros documentos internacionales sobre el tema, como la Carta de Venecia (1964), las Normas de Quito (1967) y la Carta de Turismo Cultural (1976), diferentes cartas de Unesco, entre otros.
Es importante que las autoridades y las entidades públicas encargadas de la protección patrimonial, le presten mayor interés y atención a los sitios alejados de nuestra ciudad para que se capacite a las comisiones técnicas, proyectistas y a todos los encargados de planificar el crecimiento de las ciudades, así como a los responsables de proteger los bienes culturales de nuestra patria, para mitigar y evitar daños como en este caso.