La mujer arequipeña y su inquebrantable legado en la historia

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Mgtr. Fiorella Quintanilla

Directora del Centro de las Artes de la Universidad Católica San Pablo

Las mujeres arequipeñas de nacimiento y las que lo son de corazón y por decisión propia, bien podemos reafirmar la frase que dijo el ilustre arequipeño Jorge Polar: “No se nace en vano al pie de un volcán”, pues tenemos esa fuerza volcánica que nos impulsa a ser lo que somos.

Desde tiempos coloniales hasta la actualidad, la mujer en nuestra región ha sido protagonista de cambios trascendentales, forjando una identidad caracterizada por la valentía, la inteligencia y el compromiso con la sociedad.

A lo largo de la historia, la mujer arequipeña ha desafiado las limitaciones impuestas por su época y ha dejado una huella indeleble en distintos ámbitos. En la independencia del Perú, en los hogares, calles, plazas y templos, muchas mujeres anónimas participaron activamente en la lucha por la emancipación.

Entre las figuras intelectuales que han dado prestigio a Arequipa, destaca María Nieves y Bustamante, escritora y periodista que, con su obra cumbre Jorge o el hijo del pueblo, retrató con maestría la realidad social y política del siglo XIX. Su compromiso con la cultura y la educación la convirtió en una de las primeras mujeres en dirigir un periódico en el Perú, demostrando que la pluma de una mujer podía ser poderosa. Su legado sigue vigente como inspiración para las escritoras y periodistas que buscan dar voz a causas sociales.

Otra mujer que marcó la historia de Arequipa es sor Ana de los Ángeles Monteagudo, beata cuya vida de servicio y oración trascendió las paredes del Monasterio de Santa Catalina. Con una profunda vocación de entrega a los más necesitados, reformó la vida monástica y promovió la educación de las jóvenes de la época. Es reconocida como una de las grandes mujeres de nuestra historia y esperemos que pronto sea santa.

En el ámbito de la educación y la defensa de los derechos de la mujer, destaca Frida Osorio de Ricalde, congresista en los años 80, quien dejó un impacto imborrable. Como maestra y promotora del acceso de las mujeres a la educación superior en Arequipa, contribuyó a abrir espacios académicos en un tiempo donde el conocimiento estaba reservado principalmente a los hombres.

Gracias a su esfuerzo, muchas mujeres pudieron acceder a una formación universitaria, sentando las bases para el desarrollo profesional femenino en la ciudad. Además, abogó por los discapacitados solicitando que tengan acceso a espacios públicos mediante rampas para sillas de ruedas que hoy todos conocemos.

Las mujeres somos inspiración de poetas y músicos, tal es el caso de Silvia, la musa de Mariano Melgar. Su verdadero nombre fue María Santos Corrales, pasó a la posteridad como la inspiración de los yaravíes y la poesía apasionada del joven prócer. Su figura trasciende el romanticismo y nos recuerda que además del rol de musas, las mujeres ocupamos lugares protagónicos en momentos trascendentales de nuestra historia.

Seguimos avanzando en la historia y llegamos a Doris Gibson, quien por el avanzado embarazo de su madre nació en Lima, pero luego se mudó a Arequipa, ciudad de sus ancestros.  Fue una brillante periodista del siglo XX y fundadora de la revista Caretas. A ella le debemos la conocida frase: “Un arequipeño nace donde le da la gana”.

En el plano musical recordemos a Sonia Vargas, arequipeña de pulcra trayectoria, quien desde los 5 años destacó en el piano y fue becada para estudiar en los Estados Unidos, dejando muy en alto el nombre de Arequipa.

Como vemos, la mujer tiene un papel crucial en la economía y en la vida cotidiana. Desde las comerciantes del mercado San Camilo, herederas de una tradición de esfuerzo y tenacidad, hasta las artesanas que han preservado y renovado técnicas ancestrales; las mujeres han sostenido a sus familias y han dado identidad a nuestra región. Su trabajo, muchas veces invisibilizado, ha sido y sigue siendo la columna vertebral de nuestra sociedad.

La participación de la mujer en la sociedad actual resulta fundamental, porque luego de muchos años donde nuestro único papel y, muy importante, por cierto, fue la formación de la familia, la crianza de los niños y ser amas de casa; ahora, debemos compartir esa responsabilidad con el desarrollo social, el crecimiento económico y ser parte de la fuerza laboral en las diferentes organizaciones del país, con gran capacidad para la toma de decisiones y correr riesgos. Nos toca asumir responsabilidades.

Debemos sentirnos orgullosas de sabernos capaces de desempeñar tareas retadoras, de compartir funciones con los hombres; sin descuidar aquella hermosa y exclusiva tarea con la que somos bendecidas: la maternidad y su consecuente dirección positiva sobre la familia; núcleo de la sociedad.

Seamos ejemplo de fuerza, dedicación y entrega; seamos consecuentes e inteligentes para superar cualquier adversidad; sin perder aquella delicadeza propia de nuestra naturaleza.

Hoy, en este espacio donde reconocemos que la mujer arequipeña es parte importante de la historia por haber sido su motor, su consciencia y su transformación; es nuestro deber seguir visibilizando su aporte, fortaleciendo su presencia en todos los ámbitos y garantizando que su legado sea conocido y valorado por las futuras generaciones.

Que este reconocimiento no sea solo un acto de memoria, sino un compromiso con la equidad y la justicia. Porque solo recordando nuestra historia, construiremos un futuro mejor, más justo, digno y reconciliado.

*Discurso pronunciado en la Municipalidad Provincial de Arequipa, durante la ceremonia por el Día Internacional de la Mujer, donde la autora fue reconocida por su invaluable labor en la promoción y gestión cultural, fortaleciendo el arte y la identidad arequipeña.



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