🔵 Un informe de la Universidad de Lima revela que la informalidad laboral persiste con fuerza, especialmente entre mujeres y poblaciones rurales. En algunas regiones, alcanza niveles críticos del 98%.
Mientras el país conmemora el Día del Trabajo, una cifra preocupante eclipsa el panorama laboral: más del 75% de los trabajadores independientes en Perú continúa en la informalidad. Así lo revela un reciente informe elaborado por el Observatorio Económico, Financiero y Social de la Universidad de Lima.
El estudio, liderado por la economista Rosa Luz Durán, ofrece una radiografía clara de una problemática estructural y persistente. La informalidad laboral no solo se mantiene elevada a nivel nacional, sino que presenta profundas desigualdades territoriales, de género y educativas que agravan la precariedad en grandes sectores de la población.
Una realidad invisible en el campo
El foco de la desigualdad se encuentra en el ámbito rural. En estas zonas, el 86% de los trabajadores es informal, mientras que en las áreas urbanas las cifras oscilan entre el 47% y el 64%, dependiendo del nivel de desarrollo regional. Peor aún, en algunos territorios rurales -especialmente en la Selva y regiones como Puno, Huánuco y Huancavelica- la tasa de informalidad puede alcanzar niveles dramáticos de hasta 98%.
Estas regiones no solo lideran las estadísticas de informalidad, sino también las de pobreza multidimensional. La mayoría de sus trabajadores apenas ha culminado la secundaria y, en el caso de muchas mujeres, ni siquiera accedieron a completar la primaria.
El rostro femenino de la informalidad
El informe destaca con especial énfasis la profundización de la brecha de género. Las mujeres rurales enfrentan las condiciones más adversas del mundo laboral informal: menor acceso a la educación, escasa protección en salud y bajos ingresos. Esta triple vulnerabilidad limita sus posibilidades de mejorar sus condiciones de vida y perpetúa ciclos de exclusión intergeneracional.
Ingresos que no alcanzan
La informalidad también implica una penalización económica clara. En Lima Metropolitana, por ejemplo, un trabajador informal percibe en promedio S/ 2,266 mensuales, mientras que su par formal alcanza los S/ 2,880. Además, la mayoría de los trabajadores independientes carece de seguro de salud u otras formas de protección social, lo que incrementa su exposición a riesgos y urgencias económicas sin respaldo institucional.
Un llamado urgente: invertir donde más duele
Para la economista Rosa Luz Durán, el reto del país es estructural: “Si queremos hablar de futuro, necesitamos políticas que pongan a las personas en el centro: educación, salud y formalización laboral para zonas rurales y mujeres”, enfatiza.
Este 1 de mayo, el Observatorio de la Universidad de Lima lanza una advertencia clara: no habrá verdadero desarrollo mientras la mayoría de los trabajadores peruanos permanezca invisible para las políticas públicas y atrapado en la informalidad.
