🔵 Un método japonés aplicado en Perú desde hace casi cuatro décadas demuestra que la autonomía en los niños se convierte en una habilidad clave para su desarrollo académico y personal.
Hoy en día, los niños crecen rodeados de tecnología, pantallas, mensajes instantáneos y un sinfín de distracciones digitales. Enseñarles a concentrarse y a resolver problemas por sí mismos se ha vuelto más necesario que nunca. Según la Evaluación Nacional de Logros de Aprendizaje 2024, solo el 32,8 % de los alumnos de cuarto grado comprende adecuadamente lo que lee y menos del 30 % alcanza el nivel esperado en matemáticas. Por eso, promover la autonomía en el aprendizaje es una herramienta esencial para formar personas seguras, disciplinadas y con pensamiento crítico.
Según Iván Chuquín Orihuela, orientador franquiciado de Kumon Perú de Kumon Perú, fomentar la autonomía desde edades tempranas es clave para que los niños aprendan a pensar, decidir y actuar con criterio propio. Cuando un niño enfrenta un desafío y logra resolverlo sin ayuda, mejora su razonamiento lógico, su concentración y fortalece su autoestima. “Cada vez que un alumno logra resolver un problema sin apoyo directo, experimenta una satisfacción genuina que refuerza su confianza y su deseo de seguir aprendiendo”, destaca el experto.
En Lima, existen once centros de aprendizaje que aplican el método japonés Kumon, una filosofía educativa que va más allá de la enseñanza de materias, enfocándose en que los niños desarrollen la habilidad de aprender por sí mismos, potenciando sus capacidades cognitivas y emocionales. El sistema se apoya en una rutina diaria de estudio —de 30 minutos— que forja disciplina, responsabilidad y organización, pilares esenciales para que niños y jóvenes disfruten del proceso. Fundamentalmente, este esquema se complementa con la participación de los padres, quienes cumplen un rol estratégico: motivan y ayudan a establecer hábitos, sin caer en la sobre intervención, fortaleciendo así la autonomía del estudiante.
En este enfoque educativo, equivocarse es parte del camino. Los niños revisan sus propios resultados, identifican errores y buscan soluciones. Esto desarrolla la autoevaluación y la tolerancia a la frustración, dos capacidades esenciales para el aprendizaje autónomo. “Los alumnos que llegan con dificultades de concentración o baja autoestima experimentan una transformación progresiva. Empiezan a disfrutar los retos, a enfocarse por más tiempo y a sentirse orgullosos de sus propios logros”, señala Chuquin
Sin duda, se trata de una alternativa educativa que fomenta la independencia intelectual desde los primeros años de escolaridad. Su impacto se refleja en una generación de niños que aprenden a estudiar por iniciativa propia, con disciplina, confianza y entusiasmo.















