Arequipa es la segunda región del país con más casos de feminicidio en lo que va del año
Fuente: Encuentro
La probabilidad de que una persona (principalmente de sexo masculino) sea agresiva, se origina por el consumo excesivo de alcohol. Esta conducta es normalizada por las víctimas, en algunos casos, debido a que desde su infancia se acostumbraron a situaciones familiares conflictivas, según la directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica San Pablo, Lila Cellerino Cernades.
La especialista explica que, debido a estos aspectos, el riesgo de violencia en las relaciones sentimentales llega hasta un 8.6 %, lo que está sustentado en los indicadores de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar del Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inei).
Según Cellerino, la combinación de la adicción alcohólica que provoca reacciones impulsivas, con otras situaciones (celos), puede terminar en una agresión o incluso, la muerte de la víctima.
Asimismo, cuando una persona es testigo o víctima de violencia, ya sea en el colegio o en la familia, normaliza estas situaciones y hasta se puede acostumbrar a reaccionar de la misma forma. Por otro lado, la falta de comunicación en una pareja, algo tan esencial en las relaciones sentimentales o amistades, también crea un clima desfavorable.
El consumo de alcohol, es un patrón que incide en la cultura social y en la mayoría de los 12 casos de feminicidio registrados en la región Arequipa, durante los primeros 8 meses de 2023, esta cifra es mayor a los 9 casos reportados en 2022.
Por ejemplo, uno de estos se resume en la muerte de una adolescente de 16 años, cercenada y enterrada en Characato. Según la Fiscalía, esta persona mantuvo una relación con un varón de 20 años. Convivieron en el referido distrito, aprovechando que sus padres no los controlaban ni vivían con ellos. Y así, tras una noche de junio en la que bebieron alcohol con otra joven, la menor fue ultimada.
Aumento de violencia
De acuerdo al reporte de la Defensoría del Pueblo en Arequipa, durante 2022 se denunciaron 14 523 casos de violencia, y en los dos primeros meses de 2023, se registró un total de 2276 denuncias. Para el mes de julio de este año, ya se contaba 9 mujeres fallecidas a manos de sus parejas o exparejas, al igual que en todo 2022, lo que implica un número alarmante en casos de violencia, según Ángel Manrique, representante de la entidad.
Para Cellerino, en estos registros también influye el crecimiento demográfico que se da desde los años ochenta. “Coincide con el aumento de la convivencia e inestabilidad familiar, apoyado en el porcentaje de menores que viven con familias monoparentales, lo que denota que la salud mental también debe ser tomada en cuenta”, agrega.
La directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica San Pablo, aclaró también que las relaciones de convivencia y el matrimonio inciden en la tendencia al conflicto entre parejas. El nivel de compromiso que implica un matrimonio apunta a una familia, en tanto que la convivencia suele orientarse a casos de infidelidad o celos (patrón considerado en la violencia).
Prevención y seguimiento
La propuesta que es planteada constantemente para frenar los casos de violencia es la prevención. Este aspecto, en opinión de Cellerino, debe radicar en la educación familiar. “Se necesitan programas educativos que enseñen a elegir una pareja de manera adecuada y que apunten a las características de una relación sana, el fortalecimiento de familia y, relaciones estables”, sostuvo.
Cellerino advirtió que en la educación escolar no se prioriza el fortalecimiento del vínculo familiar, para que los estudiantes inicien relaciones sanas y eviten casos de violencia.
Por su parte, el docente de Derecho Penal y Criminología del Departamento de Derecho y Ciencia Política de la UCSP, Percy Bedoya Perales, añadió que se debería reforzar los mecanismos de política criminal para garantizar la vida de las víctimas de violencia, que en su mayoría son mujeres.
Desde su perspectiva, la acción penal no ayuda a reducir la violencia ni los casos de feminicidio, por lo que las autoridades deben centrarse en la prevención de estas situaciones y seguimiento de los agresores.
“Esto implica concientizar el respeto a la vida y que el sistema carcelario ayude a reflexionar y trabajar psicológicamente con el delincuente. Además de revisar qué tratamientos reciben y evaluar el seguimiento de terapias”, aseveró.
Hace dos meses se inauguró el nuevo Centro de Atención Institucional (CAI), donde se brinda atención integral a los hombres sentenciados por violencia contra la pareja o en proceso de sanción, para contribuir al cese de la conducta violenta. Allí se prevé la participación de psicólogos y educadores. Bedoya refirió que esta acción es importante, más aún cuando la sanción penal, en muchos casos, no corrige estos comportamientos.