El Perú está expuesto a diferentes desastres naturales por su ubicación geográfica, pues se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico por lo que constantemente se encuentra en amenaza sísmica. Además, los fenómenos climáticos extremos convierten al país en una región propensa a sufrir diferentes emergencias como inundaciones, huaycos, entre otros.
Frente a ello, Julio Alpaca Rodríguez, docente de la carrera de Seguridad y Prevención de Riesgos de la Escuela de Educación Superior Cibertec Arequipa, señala que la preparación y capacitación de la población son fundamentales para la reducción de riesgos y la protección de la comunidad. Sin embargo, refiere que en el Perú el 64% de la población no está preparada para actuar adecuadamente ante estas emergencias.
«La prevención es fundamental para salvaguardar vidas y mitigar daños, y ejerce un impacto directo en la capacidad de una sociedad para responder de manera eficaz ante situaciones de emergencia. Aunque no es posible controlar los fenómenos naturales, es esencial adoptar medidas proactivas que permitan a las comunidades estar debidamente preparadas. La implementación de estrategias de prevención y preparación no solo reduce la vulnerabilidad, sino que también fortalece la resiliencia social ante desastres,» recalca el ingeniero Alpaca Rodríguez.
De acuerdo al reporte del Centro Sismológico Nacional (CENSIS), el último año el Perú registró 700 sismos siendo la región de Arequipa la que cuenta con mayor actividad sísmica, donde se registraron más de 200 movimientos telúricos. Por otro lado, se calcula que casi 1 millón y medio de personas en el Perú están expuestas a riesgos potenciales de huaicos y deslizamientos de tierras, según el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred).
En este contexto, Julio Alpaca Rodríguez, docente de la carrera de Seguridad y Prevención de Riesgos en la Escuela de Educación Superior Cibertec Arequipa, ofrece una serie de medidas estructuradas en 3 ejes esenciales: Prevención, Accion y colaboración, orientadas a enfrentar contingencias. Estas estrategias están diseñadas no solo para las áreas vulnerables, sino para beneficiar a todos los habitantes del territorio costero, garantizando una respuesta integral y eficaz ante posibles emergencias.
Prevención: Es fundamental que las personas se informen sobre los peligros en su zona y eviten establecerse en áreas vulnerables. Para ello, cada familia debe elaborar y mantener actualizado un Plan Familiar de Emergencia que contemple rutas de evacuación, puntos de reunión en zonas altas, y protocolos de comunicación. Además, se recomienda la preparación de un Kit de Emergencia que incluya, como mínimo, agua potable, alimentos no perecibles, mascarillas, una linterna, un botiquín de primeros auxilios y alcohol en gel.
Información: Los ciudadanos deben mantenerse informados a través de instituciones como el Senamhi o el Instituto Geofísico del Perú para que estén atentos a las últimas alertas que puedan indicar un riesgo inminente. Finalmente, la integración de sistemas de monitoreo y alerta temprana es crucial para informar a la población sobre situaciones de emergencia y las medidas a seguir.
Acción: Es crucial que las personas pongan en práctica su Plan Familiar de Emergencia, evitando áreas de riesgo y teniendo a mano su Kit de Emergencia, lo que implica mantener la calma y actuar con rapidez. Además, se deben organizar simulacros regulares de evacuación en colaboración con instituciones locales para practicar los procedimientos establecidos. Es vital establecer protocolos claros para la movilización de recursos de emergencia y realizar auditorías técnicas de la infraestructura pública y privada, garantizando su cumplimiento con normativas sísmicas y de prevención de inundaciones, así como su localización en zonas seguras.
Colabora: Finalmente es crucial que los ciudadanos se alejen de las áreas afectadas y retornen solo cuando las autoridades competentes lo indiquen, garantizando así su seguridad. Se debe realizar una evaluación minuciosa de las instalaciones de agua, electricidad y gas antes de su uso, asegurando que no presenten riesgos.
Asimismo, es importante promover la formación de comités de emergencia que faciliten la identificación de riesgos y la planificación de acciones de respuesta efectivas. Estos comités también permitirán la asistencia mutua entre vecinos durante situaciones críticas. Tras un desastre, es fundamental que la comunidad colabore con las autoridades para llevar a cabo una evaluación de daños y coordinar la rehabilitación de infraestructuras afectadas. Finalmente, se deben implementar campañas de higiene y salud pública que incluyan el uso de agua potable, jabón y desinfectantes, especialmente en áreas vulnerables, para prevenir brotes de enfermedades y garantizar la salud de la población.
Cabe señalar que este mes se celebró el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (13 de octubre), fecha que debe servir como un recordatorio para que tanto el Estado como la población adopten medidas proactivas en la gestión del riesgo. “La implementación de estrategias técnicas y colaborativas es esencial para construir comunidades resilientes capaces de enfrentar los desafíos que representan los desastres naturales”, finaliza el docente de Cibertec.