La población en situación de pobreza empeoró en 2020 a raíz de la pandemia y las medidas que, en su momento, dispuso el Gobierno para contenerla. Desde ese entonces, la incidencia de la pobreza se ha mantenido alta en comparación con el nivel alcanzado en el 2019 (20.1%). Incluso, varios economistas anticipan que, al menos, un millón de personas más caería en pobreza al cierre de 2023.
Un estudio del Banco Central de Reserva (BCR) que explora la persistencia de la pobreza monetaria (porcentaje de hogares que permanece pobre de un año a otro) con las características de empleo del jefe del hogar, identifica el rol que juega el empleo formal para reducir la pobreza y, por ende, la importancia de trabajar en sus determinantes.
Este concluye que los hogares pobres donde el jefe de hogar es trabajador independiente tienen una mayor probabilidad de permanecer en la pobreza que en los hogares donde los jefes son empleadores o asalariados. Una situación que se repite cuando el jefe de hogar trabaja en el sector informal.
Para Víctor Fuentes, gerente de políticas públicas del Instituto Peruano de Economía (IPE), el estudio del BCR pone en evidencia este círculo virtuoso que existe en la economía, que indica que, a mayor inversión, mayor crecimiento, en consecuencia, mayor empleo, mejores salarios y esto reduce la posibilidad de caer en pobreza.