Por: Pamela Cabala Banda de Vega, directora del Centro de Estudios Peruanos de la Universidad Católica San Pablo
Es un honor dirigirme a ustedes con ocasión de celebrarse el 203 aniversario de la proclamación de la independencia del Perú dada por don José de San Martín en julio de 1821. En este marco celebrativo quisiera alcanzarles una reflexión sobre nuestro compromiso con la promesa de la vida peruana, esa de la que nos hablaba Jorge Basadre al afirmar que “más que el amor al pasado, urge el amor al porvenir”.
Inspirada en el poema “Canto a la juventud” que el expresidente arequipeño José Luis Bustamante y Rivero escribiera en 1912, cerca de la celebración del centenario, en que señala: “La juventud de hoy cree en un mañana”, es una juventud, “de una estirpe nueva, retoño en flor de aquellas dos estirpes de sangre india i textura hispana, (…) que amasaron el gran sabor mestizo de la unidad americana en la entraña del nuevo continente”.
Que vigente frase: ¡La juventud de hoy cree en un mañana! Ese mañana en el que todos los aquí presentes también creemos y por el que trabajamos, desde su labor como autoridades, su labor en las instituciones que tienen a cargo, su labor como ciudadanos, mi labor como docente en las aulas universitarias y también como madre.
Con ocasión del aniversario patrio, quisiera poner hoy sobre la mesa un mensaje de unidad y hacer un llamado a la reflexión en torno a ella, que nos acerque a comprender la peruanidad y la cultura peruana en clave de integración en este país cargado de problemas, pero también de esperanzas.
Requerimos, como toda efeméride convoca, volver a las fuentes, a la historia y con responsabilidad darle justicia a nuestro ser peruano. ¡Nuestra historia hay que saberla apreciar! Esa la función del patriotismo que consiste en el “conocimiento de la tierra de los padres y construcción de la tierra de los hijos” (Basadre, 1994: 35), porque ¡La juventud cree en un mañana!
Fueron muchos los precursores, próceres, mártires y héroes que participaron en el periodo independentista, con diversas posturas entre liberales y conservadoras respecto a la época virreinal y el rol de la corona española; sin embargo, un elemento común deseo destacar en ellos, su compromiso con la promesa de la vida peruana, porque ¡Creían en el mañana! ¡en la unidad! y ¡la peruanidad!
Como muestra de ello, podemos ver que entre las primeras leyes que se dieron, se encuentra la declaración de que todos los indios sean llamados “peruanos” (Rosas, 2009). Quisiera también referirme al precursor arequipeño Juan Pablo Viscardo y Guzmán, que escribió en su Carta a los españoles americanos (1822) que “El Nuevo Mundo es nuestra patria, su historia es la nuestra, y en ella es que debemos examinar nuestra situación presente, para determinarnos, por ella, a tomar el partido necesario a la conservación de nuestros derechos propios, y de nuestros sucesores”.
Así mismo, Hipólito Unanue refiere que “la patria se engrandece y dignifica en la medida en que se estudian sus problemas y en que se trabaja para solucionarlos”. En esa misma línea, dice José Antonio Del Busto, un siglo después, que nuestra identidad se plasma en la conciencia nacional, que comprende el “ser peruano, saberse peruano, sentirse peruano y querer seguir siendo peruano”.
Para De la Puente, otro destacado historiador, el Perú es para los precursores de la independencia, como Viscardo y Guzmán e Hipólito Unanue, así como de otros destacados personajes como José Baquíjano y Carrillo, Toribio Rodríguez de Mendoza, Francisco Antonio de Zela, Mateo Pumacahua, Mariano Melgar y los hermanos Angulo, entre otros, “una comunidad social que requiere un nuevo tratamiento”.
La comunidad social, el Perú, es anterior al problema y es su causa. En el espíritu de los precursores, las rivalidades sociales, los problemas económicos, los errores políticos, no son los creadores del Perú, sino que, muy al contrario, el Perú no pude continuar en ese estado de cosas porque ya su realidad humana y social es otra, porque es singular, distinto y con una orientación propia que realizar”.
Los estudios recientes sobre la independencia, identifican tres posturas en la explicación del inicio de ésta, la primera, considera que empieza con la rebelión de Túpac Amaru de 1780, descrita por la filiación de sus dirigentes y propuesta como indigenista; la segunda, ve en las rebeliones de Tacna, Ayacucho, Huánuco y el Cusco, entre 1811 y 1814 el inicio de la gesta independentista; y, es descrita como la mestiza y provinciana; y, la tercera, la ubica en la expedición sanmartiniana, considerada criolla centralista.
Sin duda, podremos tomar alguna de estas opciones como válidas para comprender la independencia, pero, sobre todo, debemos entenderla como un proceso amplio y complejo y que no se remonta a un solo episodio, pues tuvo acciones previas y aunque la celebramos de manera especial el 28 de julio en que San Martín la proclama, tuvo la instalación de su primer congreso en setiembre de 1822 y su constitución en 1823 donde se establece la forma de gobierno republicana y unitaria y la figura del presidente de la república como de los tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial (Rosas, 2009).
A ellos se adicionan dos datos, que hace 200 años, en 1824 con las batallas de Junín y especialmente Ayacucho se sellan las independencias hispanoamericanas; y en nuestra tierra, Arequipa, se jura la independencia el 5 de febrero de 1825.
Debemos tener en cuenta además que “no es la uniformidad de ideas y criterios lo que hace la nación democrática. Es el diálogo entre visiones e ideologías diversas, lo que permite la visualización más completa de los problemas y la búsqueda de soluciones más justas (Flores de Saco, 1995).
Y como refirió el Dr. Eusebio Quiroz Paz-Soldán, hijo ilustre de nuestra ciudad, “quienes nos dedicamos a la historia abrimos caminos, no los cerramos” (Buho, 2021). Recordando a Basadre, nos decía también, que tenemos que seguir creyendo siempre en la promesa de la vida peruana.
Y a lo largo de nuestra historia, distintos pensadores y con mayor énfasis en las efemérides han aportado a la reflexión de esta promesa de la vida peruana porque creyeron en un mañana.
Imposible no mencionar a la generación del 900 con José de la Riva Agüero, Francisco García Calderón, Ventura García Calderón, Víctor Andrés Belaúnde, entre otros, que se propusieron estudiar al Perú para servirlo mejor bajo 3 pilares: estudio, afecto y voluntad de servicio (De la Puente, 2021). Repito: estudio, afecto y voluntad de servicio.
Gran lección de patriotismo que nos dejan. A lo largo de estos 203 años encontramos sin duda muchos más personajes, pensadores y ciudadanos a los que referirnos para hablar de nuestra nación. Y quisiera ahora reseñar una característica cultural nuestra.
Somos una patria milenaria, una nación casi quincentenaria y un estado desde hace 203 años. Somos “libres, uninacionales, pluriculturales, multilingües y mestizos; y, porque somos esto es porque somos peruanos y creemos en la peruanidad” (Del Busto, 1996, p.5). Nuestra identidad es nítida; y, el mestizaje es una realidad de la peruanidad que une la diversidad del país, no es, por tanto, afirma Del Busto, una hipótesis a probar o discutir.
El mestizaje se encontraría de este modo en la entraña de la nacionalidad y lo hemos disfrutado en las bellas melodías que nos acompañaron en la sesión solemne de hoy. En el censo que se hiciera en 1812, antes de la independencia, en nuestro territorio había 19% de población mestiza y 63% de población india. El mestizaje al que diferentes autores referidos en estas palabras que les he presentado hacen alusión, ha sido tratado como un elemento de unidad.
Incluso algunos estudios actuales sobre la historia general de los peruanos, proponen que “las fronteras entre los grupos étnicos han sido borrada por las migraciones y el mestizaje” (Rosas, 2009: 336). El censo del 2017, realizado poco más de dos siglos después, nos muestra una realidad que afianza la propuesta de la comprensión del mestizaje; y es que el 60% de la población se autoidentifica como mestiza y el 24% como indígena, pero al adentrarnos en las estadísticas encontramos elementos de encuentro cultural en sus características que nos hablarían también de una síntesis cultural dentro de los grupos no autoidentificados como mestizos.
Y es que el mestizaje expresa síntesis y encuentro y ello nos remite a la unidad y esa unidad expresa peruanidad. Como decía José de la Puente “El peruanismo une, cicatriza; el indigenismo y el hispanismo mal entendidos dividen, descuartizan. Nuestra obligación es integrarnos, no desintegrarnos”.
Cada efeméride es y debe ser una fiesta de la peruanidad, y tenemos ocasión de enriquecerla o empobrecerla. Pregunto a todos los aquí presentes ¿Qué deciden hacer ustedes? Me atrevo a pedirles que enriquezcamos nuestra peruanidad, recordando que ¡la juventud de hoy cree en un mañana!